viernes, 14 de marzo de 2008

Una historia como otra cualquiera…

Brian y Paulina son hermanitos. Viven en Las Peñitas, una zona de playa del Pacífico Nicaragüense.




Su papá se llama Tino Flores y tiene un taller de bicicleta.


Su mamá se llama Sandra y trabaja atendiendo la casita donde nos quedamos, además de vender comida (enchiladas, gallopinto, tacos…).



Paulina es una princesa del mar. Tiene 5 años y un desparpajo que te llena de alegría. Enamora nada más verla porque desprende una magia especial. Tiene los ojos redonditos y siempre bien abiertos, mirándolo todo con atención y con una alegría especial que deja ver su inteligencia. Su padre dice que tiene una habilidad especial para ganarse los corazones de la gente. El mío se lo ganó.



Brian es un niño con 12 años, que hace honor al mar que les baña y les da de comer: es pacífico y sereno. Es un cielo de niño y me encantó hablar con él.


Le gusta hacer surf y jugar al básquet. Se levanta sobre las 7 todos los días y a veces va a pelicanear al muelle de pescadores. Cuando llegan las barcas los niños se encargan de rajar o destripar los peces y reciben como contraparte un poquito de pescado. Brian lo vende casi siempre a una señora, porque en su casa sólo él come pescado (a los demás les da alergia).


También ayuda a su mamá en las tareas de la casa.


Por las tardes va al colegio a 6º grado.



El año que viene empezará la secundaria, pero no quiere ir al instituto de su zona por que los niños son muy peleones, prefiere ir a estudiar a León. Al salir del cole juega con los niños mayores en una cancha de básquet y a veces, cuando hay mucho trabajo, ayuda a su padre a componer bicicletas.


Esta es una pequeña familia nicaragüense muy afortunada, que no necesita más. El futuro está en buenas manos.

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